viernes, 15 de febrero de 2013

Madre fumadora, bebé bajo riesgos

El 30 por ciento de las fumadoras siguen fumando en las primeras semanas de embarazo. Si este es tu caso, te contamos por qué deberías dejar ya el tabaco y algunos trucos que te ayudarán a tener éxito en el intento.


Adiós al cigarrillo: lo mejor es hacerlo con ayuda
Si estás embarazada y fumas, puedes aprovechar la oportunidad para dejar el tabaco. Muchas mujeres lo consiguen, aunque después de dar a luz también es fácil recaer. El 50 por ciento de las fumadoras vuelven a fumar a los seis meses de haber dado a luz, y un año después la cifra sube hasta el 80 por ciento.

Ninguna futura madre quiere hacer daño a su hijo, pero en algunas mujeres la adicción a la nicotina es tan fuerte que no pueden dejar de fumar solas: solo cuatro de cada diez embarazadas consiguen dejar de fumar exclusivamente con su fuerza de voluntad.

No hay ninguna razón para llevar esa carga sola. Para reforzar la decisión de dejar de fumar, es importante buscar ayuda profesional: un buen primer paso es consultar al ginecólogo.

Dejar de fumar vale la pena, para ti y para tu bebé
Las fumadoras embarazadas encienden una media de 13 cigarrillos al día. Si se suman, a lo largo del embarazo se expone al bebé a las sustancias nocivas de 3.640 cigarrillos. Al fumar un cigarrillo estás inhalando más de 4.700 sustancias nocivas.

Cuando la embarazada deja de fumar, la recompensa se siente al poco tiempo.
Transcurridos unos 20 minutos, baja el pulso y la presión sanguínea. El contenido de monóxido de carbono en el organismo se reduce a las ocho horas y 24 horas después ya remite el riesgo de infarto.

El bebé siente de inmediato que has dejado de fumar
El bebé también siente los efectos positivos de inmediato, ya que recibe la cantidad apropiada de oxígeno y alimento y su desarrollo no se ve obstaculizado por la nicotina u otros agentes químicos.

Al dejar de fumar protejo al niño
El consumo de tabaco afecta al crecimiento del bebé. Con cada cigarrillo el riego sanguíneo a través de la placenta disminuye durante unos 15 minutos, lo que aumenta el número de latidos fetales. El monóxido de carbono que se inhala con el humo reduce un 40 por ciento el oxígeno que recibe el feto. Esto afecta a su crecimiento: cuanto más fume la madre, menos crecerá el pequeño; por ello, los hijos de mujeres fumadoras pesan una media de 200 gramos menos al nacer.
Sin embargo, esto no augura un parto más fácil. Cuando una mujer es fumadora son frecuentes las complicaciones en el parto.

El humo del tabaco perjudica más a los bebés nonatos que a los adultos.
Dejar de fumar también protege a tu hijo de un parto prematuro. Uno de cada siete hijos de madre fumadora llega al mundo antes de tiempo. De hecho, el 15 por ciento de los partos prematuros se deben al consumo de tabaco durante el embarazo.
Fumar también incrementa el riesgo de hemorragia y aborto. Además hace que la embarazada se note más cansada y practique menos deporte.
Además, dejar de fumar disminuye el riesgo de la muerte súbita del lactante, de abortos espontáneos y el riesgo de hemorragia. Una embarazada que fuma más de 20 cigarrillos al día corre el doble de riesgo de que el bebé fallezca por un desprendimiento de la placenta que una no fumadora.
El centro oncológico de Heidelberg, en Alemania, señala que el 25 por ciento de los niños que nacen muertos y el 20 por ciento de los casos de muerte súbita se podrían evitar si la embarazada dejara el tabaco antes de la semana 16 de gestación

Dejar de fumar evita problemas de pulmón. 
El humo del tabaco dificulta el desarrollo de los pulmones del feto. Sus funciones disminuyen cuando la mamá fuma, un problema que persiste después del nacimiento.
Los niños expuestos al tabaco sufren más enfermedades agudas y crónicas de las vías respiratorias, asma, alergias y otitis que los niños de padres no fumadores.
En cuanto a las malformaciones congénitas, estudios recientes han demostrado que fumar durante el embarazo incrementa el riesgo de labio leporino y paladar hendido en el bebé cuando la madre tiene una predisposición genética a trasmitirlo. Además, los hijos de madres que fumaron durante el embarazo tienen un riesgo mayor de padecer en el futuro ciertos tipos de cáncer, como los de riñones y vejiga.

Dejar de fumar reduce las posibilidades de que el niño desarrolle adicciones en el futuro. 

Los niños de madres fumadoras tienen más receptores de nicotina en el cerebro, lo que les convierte en más susceptibles de ser fumadores cuando llegan a la adolescencia y prueban el tabaco por curiosidad.

Los bebés de madres fumadoras tienen que desintoxicarse después del parto.
Dejar de fumar previene daños celulares. Muchas sustancias nocivas del humo del tabaco atraviesan la placenta y llegan al riego sanguíneo del bebé, como el monóxido de carbono, que bloquea el oxígeno que transporta la sangre y daña su suministro. También previene contra las alergias, ya que el tabaco las fomenta, y afecta a varias generaciones. Los nietos de abuelas fumadoras tienen más riesgo de sufrir una alergia que los niños que no estuvieron sometidos a esos malos humos.
Dentro del útero materno el bebé puede acostumbrarse al tabaco y, al nacer, presentar un síndrome de abstinencia a la nicotina: llora más de lo normal y se muestra mucho más irritable e inquieto las primeras semanas de vida.

Otro beneficio que tiene dejar de fumar es la prevención de trastornos de aprendizaje. Diversos estudios han detectado en los hijos de mujeres que fumaron durante el embarazo más hiperactividad y problemas de concentración.



Consejos para comenzar una vida sin malos humos
1. Busca apoyo. Tendrás en el médico o en el obstetra a un aliado que puede hacerte las cosas más fáciles. Cuenta a tu pareja, tus amigos y tus compañeros de trabajo que vas a dejarlo.


2. Márcate un día para dejarlo.  

Cuanto antes, mejor para el bebé. Intenta estar muy ocupada los primeros días: te resultará más fácil no pensar en el tabaco. Quita de tu vista todos los objetos relacionados con el tabaco (mecheros, cerillas, ceniceros...), tanto en la oficina como en casa.

3. Juégatelo todo a una carta. 

Es más difícil fumar poco que dejar de fumar del todo. Por eso es mejor dejarlo del todo de golpe.

4. Piensa en positivo. 

 Tienes que saber que la necesidad más imperiosa de fumar la dejarás de sentir cuando pasen entre diez y doce días. Y los síntomas del mono son una señal de que el cuerpo se va recuperando del consumo de tabaco. Los primeros días, es normal estar más sensible e irritable y tener problemas de concentración. No pasa nada, estos síntomas desaparecerán.

5. Intenta modificar tu rutina diaria.  

Evita el bar de la esquina, donde siempre has comprado tabaco. Pide a los amigos que no fumen delante de ti. Y el cigarrito del café lo puedes sustituir por otro nuevo ritual como por ejemplo, comerte una galleta o tomar, en lugar de café, una infusión nueva.
 

6. Prémiate por cada día que no hayas fumado.  
Te lo mereces, lo estás haciendo muy bien. Date pequeños homenajes. Si ahorras el dinero del tabaco, podrás comprar algunas cosas más para el bebé o para ti.

7. Bebe mucho y con regularidad.  

Lo mejor es el agua, el té, alguna infusión o zumos, así no sentirás ganas de comer. La ansiedad lleva a coger un cigarrito.

8. Procura moverte.  

El aire fresco y la actividad física tienen un efecto relajante y mejoran el humor.

9. Acupuntura. Este método tradicional puede reducir el deseo de fumar o incluso provocar un fuerte rechazo del tabaco. Pero sin una voluntad firme de dejarlo, la acupuntura no acaba con el deseo de fumar.


10. Apoyo psicológico. También es importante cuando nace el niño para reforzar abstinencia y evitar la recaída después de haber logrado lo que parecía tan difícil.


11. Llevar una vida saludable, pensar en el bebé y descansar.
 

Son consejos válidos para cualquier embarazada, pero aún son más importantes cuando se intenta superar la adicción.



Con información de www.serpadres.es

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