martes, 2 de abril de 2013

Dietas: cómo evitar el efecto yo-yo

El efecto yo-yo, también conocido como "efecto rebote" o "efecto de recuperación del peso", consiste en la pérdida voluntaria de peso y la subsiguiente recuperación (o incluso incremento) de los kilos perdidos. Este fenómeno, que se da en la mayoría de personas que siguen de forma repetida dietas de adelgazamiento, no es nada recomendable, ya que se relaciona con una mayor dificultad para perder peso de forma exitosa en el futuro, con trastornos psicológicos (como el sentimiento de culpa y la frustración) y con un mayor riesgo de mortalidad, según advierten diversas entidades de prestigio, como el National Institute for Health and Clinical Excellence. El siguiente artículo explica cómo seguir una dieta equilibrada, sin prisas y con controles adecuados es clave para evitar el efecto yo-yo.


Varias encuestas y estudios indican que un porcentaje muy elevado de la población -en especial, la femenina- desea adelgazar.

Sin embargo, no es aconsejable perder kilos a cualquier precio. La restricción calórica no puede ser muy estricta, sino que debe ser personalizada según el historial dietético, el grado de obesidad y la posibilidad de que se padezcan otras enfermedades.  


Dieta equilibrada contra el efecto Yo-yo
Aunque no existe un acuerdo unánime en la comunidad científica sobre qué se considera una dieta hipocalórica equilibrada, en general, se entiende que se deben disminuir entre 500 y 1.000 calorías al día. La distribución de macronutrientes (es decir, el peso de los hidratos de carbono, las grasas y las proteínas en la dieta) no difiere de la recomendada para la población general y, a nivel práctico, hay recomendaciones globales en las que la mayoría de las dietas de adelgazamiento equilibradas coinciden:
  • Escoger los lácteos bajos en grasa (desnatados y semidesnatados).
  • Consumir al menos 5 raciones al día de hortalizas, verduras y frutas frescas enteras.
  • Preferir los farináceos integrales y las legumbres como fuentes de hidratos de carbono.
  • Reemplazar la carne grasa y los derivados cárnicos con legumbres, pescado y carnes blancas.
  • Controlar el tamaño de las raciones.
  • Disminuir la ingesta de alimentos de elevada densidad energética (bebidas azucaradas, dulces, bollería, galletas, snacks fritos y salados, embutidos, etc.)
  • Distribuir los alimentos a lo largo del día en varias comidas. 
Con información de consumer.es

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